Luis Luna León viernes, junio 22, 2012 0 comments articulo emociones esperanza nostalgia reflexion sentimientos Reflexión de fin de semana Home » articulo » emociones » esperanza » nostalgia » reflexion » sentimientos » Reflexión de fin de semana Cerré el jueves con muchas sorpresas. Inicié el viernes con demasiadas conmociones. Sé que la vida es así, conocer y conocer a las personas. Descubrirlas y aprender, siempre aprender. Todo es enviado de arriba y estoy seguro que lo envían por algo. Aceptado está. La bienvenida le he dado a mi realidad. Es lo que escogí ser y me he hecho acompañar de los que yo he querido subir a este barco que zarpó hace muchos, muchos años atrás. A mi lado está la gente, mi gente. Mi familia y los pocos amigos que he descubierto tener. Seguiré caminando. Voy con los pasos firmes y Dios guiándome por dónde ir. Y aunque poco a poco las hojas del árbol se vayan cayendo por las tormentas, me tengo a mí y a mis raíces. Firme. Sin doblarme. Y tengo la tranquilidad de que en mi pueblo, al frutal se le azota para que siga dando frutos. Quizá eso está haciendo la vida con mis emociones. Ya no sé si llorar o reírme de todo lo que me pasa. Y como no me gusta quedarme con las ganas, quizá haga las dos cosas. La primera será porque tengo sentimientos y la segunda será porque tengo a mi niño interno, ese que solo juega y juega sin cansarse y sin percatarse de todo lo que pasa a mí alrededor. Estoy seguro que pronto todo pasará. Que las cosas se acomodarán como si fuera el escritorio de un oficinista gubernamental. Nunca he sido partidario del desorden y hasta mis sentimientos tienen su propio cajonero. Bien catalogado. Pero he de confesar: siempre es duro observar que una rosa se doble, como si se arrodillara y con sus pétalos, se abra para escupirte su polen en la cara en seña de burla. Para decirte que ya dejó de ser una rosa y se ha convertido en una falsa mandrágora, destinada a nunca curar las heridas que causa. Pero así seguiré, amando al rosal aunque ese rosal hubiese querido tener una maceta diferente, un cielo distinto. Quizá en un patio que no tenga el perro que ocasionalmente, le esparce sus orines. Y en lo que respecta al resto de lo que me rodea, nada puedo hacer. Me resignaré a esperar que todo mundo se de cuenta de lo que tiene enfrente y acepte, como yo, lo que de arriba nos han enviado como un claro presente. Porque no puedo ocultarle a nadie que yo quiero seguir haciéndolo, aceptando lo bueno y lo malo. Necesito hacerlo para valorarlo al máximo, para vivir caminando en la ruta que me tracé para vivir. Quizá nunca lo logre, pero el caminar ya está iniciado. Share This To : Facebook Twitter Google+ StumbleUpon Digg Delicious LinkedIn Reddit Technorati