Tarde lluviosa. Solamente acompañado de un buen café observando las noticias. El
problema que presentaba mi colon ha quedado atrás y hoy el buen café es algo
que disfruto nuevamente.
Observar es una de las cosas que valoro mucho. Me da material para que
mi capacidad de asombro siempre esté a la expectativa. Todo lo observado lo
analizo y lo escribo. Y aunque algunos no comparten mi opinión, al menos se
arma una buena polémica, tomando en cuenta que lo que busco no es convencer.
Y algo en lo que he puesto mi atención es en la toma de decisiones. Sí,
eso que los economistas marcan como ruta A, B o C para elegir alguna
de ellas. Algo tan fácil para los matemáticos pero tan difícil para los
ciudadanos.
Y es que las diversas agrupaciones sociales y empresariales
están inmersas en importantes contextos.
Muchas son las que avanzan en un mundo tan competitivo y con demasiados
matices de globalización y algunos especialistas han tratado de identificar cuáles
son los factores que permiten alcanzar el éxito.
Muchos le apuestan a los recursos con los que cuentan. Otros, a las
inyecciones de capital que realizan. Otro grupo considera que el diversificarse
en los mercados hace que un ente alcance la cima del triunfo, esa que pocos
conocen pero que todo mundo ha imaginado en sus más profundos sueños.
Y un punto importante a destacar dentro de este escrito es que todo,
absolutamente todo lo que sucede es parte de la sociedad. Si, de los seres
humanos.
Aún y cuando el tratadista de la Administración Agustín Reyes Ponce
asegura que todos los elementos que integran a una organización tienen
importancia por igual, yo considero que el elemento más importante en una
organización es precisamente ese, el recurso humano.
Y lo considero así, debido a que cada computadora, cada peso, cada sistema
que forma parte de la empresa emana de lo que el recurso humano determinó para
ello. De lo que decidió. Por ello es importante el recurso humano.
Y si a eso le agregamos que el recurso humano se enferma, pide permiso,
se inconforma, se niega, se opone, alega, debate, increpa y hasta boicotea,
pues encontramos el fundamento perfecto para ponerlo en el primer lugar de la
lista de importancia en una organización.
Y es que el recurso humano realiza un proceso que viene a ser el
parteaguas en una organización. Es el recurso humano quien realiza la actividad
más trascendental para alcanzar el éxito . Y me refiero a la toma de
decisiones.
Y es curioso. Los empresarios contratan al recurso humano para
colocarlos en cargos directivos y de inmediato esperan que ellos tomen las
decisiones y que resuelvan los problemas de la empresa, cuando la realidad de
las cosas es que esos directivos no saben tomar decisiones.
Hoy por hoy la toma de decisiones que realizan muchos directivos es
realizada tal y como lo hacemos en la vida práctica. Sin información. Y lo
peor, sin información y sin procedimientos definidos.
Pero muchos justifican el tomar decisiones así, de manera simple. Y lo
basan en el hecho de que…” buscar
información es algo que cansa, que causa tedio”. ¡Bah!
Y este hecho ha quedado demostrado en las decisiones más importantes que
debe de tomar un ser humano para su vida personal: “Qué carrera estudiar, con quien me voy a casar y cuántos hijos quiero
tener.”
A mi juicio, estas tres importantes premisas son realizadas con la
inexperiencia que nos da la juventud, con la inmadurez que nos da el querer
comernos el mundo a puños y quizá motivadas por la influencia de quienes nos
rodean en esa etapa de vida.
Y así va el ser humano, dando tumbos y corrigiendo en el camino. Prueba
y error. Por ello, considero pertinente
que la sociedad debe de asumir un verdadero papel de análisis para tomar sus
decisiones.
Pero ojo, no hablo de aquel análisis que se hace basado en el método
científico, ese que pasa por la observación, la identificación del problema,
las hipótesis, la experimentación de las hipótesis, la obtención de resultados
hasta llegar a la toma de decisión.
No, esto es más ambicioso y más complejo. Porque de hacerlo así, sería
estar sujetos al proceso que realiza un conejillo de indias cuando observa que
aplastando el botón obtiene agua para poder beber en la jaula de un
laboratorio.
Y es que cuando cobra vida lo que dijera alguna vez en una conferencia
Paco Ignacio Taibo II, escritor mexicano, cuando señala que desde niños los
seres humanos han estado destinados a no pensar, a no decidir.
Entramos a una primaria que otros decidieron. Hicimos amistad con
quienes nos tocó como compañeros de salón. Entramos a la escuela secundaria
cercana a la casa de nuestros padres o de los abuelos. Accesamos a la
preparatoria escogida por nuestros padres.
Entramos a la universidad por la
influencia de los amigos. Estudiamos una carrera que quizá nos recomendó el
tío, el padrino o porque en esa escuela decidió inscribirse la novia o el novio
en turno.
Es más, muchos entraron a trabajar en el lugar en donde papá o el
pariente les consiguió un espacio laboral
Y así crece la sociedad, tomando decisiones sin tomarlas. Siendo el
resultado de los que otros han decidido por nosotros. Sin información y sin
procedimientos. Y aclaro: no todos los seres humanos que conforman a la
sociedad se manejan así, pero por mi paso en las universidades y basado en el
estudio presentado por David Urzúa Bermúdez en la Convención de la Organización
Iberoamericana de la Juventud, me hace concluir que la gran mayoría de los
jóvenes de América Latina no se da la oportunidad de decidir su propio destino.
Por ello, cuando estos jóvenes llegan a la etapa profesional ocupando
cargos directivos, traen arrastrando a lo que desde niños les han enseñado, a
no decidir.
Y aclaro, hablo de una mayoría en la que me incluyo. Sé que hay
excepciones. No quiero herir susceptibilidades.
Por tanto, pocas son las organizaciones que logran cruzar el umbral del
éxito. Y esto es porque pocos son los que se han detenido en el camino a
prepararse y a madurar la manera en la que habrán de llevar su destino laboral.
Y es aquí en donde cobra valor al proceso de la toma de decisiones. En
donde hay que hacerle ver a los directivos que existen muchos métodos para
ello. Y es importante mencionar que no importa el proceso elegido.
En cada uno de ellos se deben de atender los aspectos cuantitativos y cualitativos. Es decir, lo tangible y lo intangible, siendo esto último lo más difícil de medir.
En cada uno de ellos se deben de atender los aspectos cuantitativos y cualitativos. Es decir, lo tangible y lo intangible, siendo esto último lo más difícil de medir.
Por todo
lo anterior, considero importante que el recurso humano sea valorado más allá
del perfil curricular.
Hoy el
recurso humano debe de ser examinado en su capacidad para tomar decisiones. Y si
un elemento con un buen respaldo laboral no posee esa característica, someterlo
a un proceso de capacitación para la toma de decisiones aunque en el fondo
nosotros estemos consientes de que la experiencia conjuntada con la información
son las mejores maestras para tomar decisiones.
Porque
yo soy de la idea de que los directivos no deben de ser simples ejecutores de
las decisiones de los dueños de la empresa.
Yo me
inclino por tener a recursos humanos que sepan analizar, aportar y tomar
decisiones para solucionar problemas o para proponer nuevas rutas de acción
para que la organización escale peldaños más ambiciosos y competitivos.
Porque
tanto en lo personal como en lo empresarial, es mejor caminar las rutas que
nosotros elegimos, y no estar sujetos a lo que otros digan.